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domingo, 14 de diciembre de 2008

Pobres, con limitaciones para acceder a su libertad


Los pobres no tienen acceso a libertades fundamentales de acción y decisión que los más acomodados dan por descontadas. Con frecuencia carecen de viviendas y alimentos y de servicios de educación y salud adecuados, y estas privaciones les impiden adoptar el tipo de vida que todos deseamos para nosotros mismos. También son sumamente vulnerables a las enfermedades, los reveses económicos y los desastres naturales. Por si todo eso fuera poco, son tratados en forma vejatoria por las instituciones del Estado y la sociedad, y carecen de poder para influir en las decisiones clave que les afectan. Todos estos factores representan algunas de las dimensiones de la pobreza.
Una estrategia para el alivio de la pobreza
El enfoque utilizado para la reducción de la pobreza ha venido evolucionanado durante los últimos 50 años a medida que se ha llegado a una mayor comprensión de la complejidad del proceso de desarrollo. En los años cincuenta y sesenta muchos consideraban que la realización de inversiones de gran envergadura en capital físico e infraestructura era el medio más eficiente para impulsar el desarrollo.
En el decenio de 1970 comenzó a haber una conciencia más clara de que no era suficiente crear capital físico, y de que las mejoras en la salud y la educación revestían por lo menos igual importancia. Estas nuevas ideas se plasmaron en el Informe sobre el Desarrollo Mundial 1980, en el que se alegaba que era importante mejorar los niveles de salud y de educación no sólo por su significado intrínseco, sino también en cuanto instrumento para aumentar los ingresos de la población pobre.
Empoderamiento
El potencial de crecimiento económico y de reducción de la pobreza depende en buena medida del Estado y de las instituciones sociales. Las intervenciones para mejorar su funcionamiento contribuyen tanto al crecimienton como a la equidad, ya que reducen las trabas burocráticas y sociales a la actividad económica y a la ascención social. No obstante, para formular y aplicar estos cambios se requiere una decidida voluntad política, sobre todo cuando los cambios representan un fuerte desafío para los valores sociales o los intereses sólidamente arraigados. El estado

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