Especiales

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Terrorismo, petróleo, criminalidad

Javier CASTILLO
Desde los diversos ángulos que se vea el acto criminal sucedido la noche del pasado 15 de septiembre en Michoacán, es totalmente repudiable y condenable, sea cual fuere la mano que está detrás del todavía inaclarable estallido de las dos granadas que arrojó de saldo siete personas fallecidas y más de un centenar de heridos. Informaciones subsecuentes dieron cuenta de la detención de presuntos sospechosos, pero noticias más recientes señalan que al parecer fueron dejados en libertad. El estado carece aún de pistas que conlleven a hallar las razones precisas del acto vil, registrado justamente cuando los mexicanos celebrábamos un aniversario más de nuestra Independencia. En la búsqueda de la autoría intelectual y material los caminos que considera el gobierno, apuntan hacia el narcotráfico ya que las autoridades han emprendido una guerra frontal a este flagelo social.
En efecto lo de Michoacán fue un acto criminal del que nadie esperaba y, por el comportamiento es cercano al terrorismo, aunque ya el gobierno empieza a aplicar el término directo de terrorismo, lenguaje que causa temor y miedo y nos remite a la situación que por años se ha vivido en Colombia, salpicada de bombazos y atentados y que ha generado sicosis entre la población. Pero el caso de Michoacán tiene ingredientes múltiples: a) el atentado ocurre durante los festejos de la Independencia: los mexicanos somos orgullosos de nuestro nacionalismo, patriotismo y nacionalismo; b) tuvo lugar en la tierra del general Lázaro Cárdenas del Río, el Presidente de la República que expropió la industria petrolera, pero también es tierra del actual Presidente, Felipe Calderón Hinojosa que promueve una reforma para darle participación en Pemex a la iniciativa privada, principalmente extranjera; c) es un estado gobernador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD): el perredismo es uno de los movimientos que está en contra de la privatización de Pemex, pero también un ala perredista respalda a Andrés Manuel López Obrador y d) ciertamente Michoacán es territorio fuerte del narcotráfico.
Estudiosos sobre el terrorismo, entre ellos Robert Friedlan, Susan Flood, Donna Schlagheck, Krieguer, David Peletz, Alex Shmid, Neill Terrolli y Arnold Livingston, plantean que los actos terrorista son acciones que perciben objetivos criminales, en algunos casos debidamente planificados y que recurren al uso sistemático de la violencia, la ubicación de una víctima inmediata y una audiencia, pero el objetivo es considerado un fracaso si no cuentan publicidad porque “la publicidad es el pago que los terroristas reciben a cambio del atentado”. Uno de los autores señala que, por ejemplo, en Colombia, las acciones criminales no pueden ser consideradas como terrorismo porque “los atentados se realizan contra personas que pertenecen al gobierno cuando estas representan un peligro para ciertas actividades criminales…los actos persiguen una ganancia para actividades criminales y no para una ideología propia de un grupo terrorista”.
De las definiciones en las que coinciden los estudiosos es sobre la táctica utilizada por los terroristas. Sobre los aspectos y finalidad que el proceso de la violencia debe tener para denominarla terrorismo, E.V. Water dice que “la violencia utilizada en la realización de un acto terrorista se encuentra planeada y organizada de manera minuciosa”, de tal forma que la planificación del uso de la violencia se realiza para tener un mínimo margen de error y para obtener la publicidad necesaria para apoyar sus objetivos, sin importar cuáles sean estos; aquí la violencia no es predecible. Añade que en el uso de la violencia el terrorismo recurre al asesinato de figuras importantes para alcanzar el objetivo; colocación de bombas; secuestro de aviones o de personas; toma de instalaciones y explosión de coches-bomba. Añade que el blanco del terrorismo son las víctimas que experimentan directamente la violencia y también depende del mensaje que el terrorista pretenda enviar. “Este mensaje va dirigido a la audiencia que lo observa, hacia las mismas autoridades o con quienes se mantiene en conflicto. Generalmente la víctima tiene un valor simbólico para el terrorista”. Así, sostiene Water, las víctimas son escogidas porque la identidad de estas, locación o actividades simbolizan algo que los terroristas desean atacar, por ejemplo, el ataque a elementos de la fuerza pública es visto por los terroristas como una protesta contra el sistema al que se enfrentan y desean sea modificado o destituido.
Un tercer punto del terrorismo es la audiencia o las personas que observan el atentado terrorista que, por lo general, son las que brindan publicidad porque reciben el mensaje terrorista. “La sensación de temor e inseguridad que se genera en el observador capta la atención hacia sus demandas y facilitad su negociación”. Y aquí la existencia de medios de comunicación aumenta la publicidad del hecho, que es al final el objetivo de los terroristas porque “cuando se comete un acto terrorista y nadie se entera este pierde su sentido”. Si hay una amplia cobertura, el atentado es exitoso. Es menester aclarar que tras la ejecución de algún acto terrorista, algún grupo se adjudica el atentado y tenemos ejemplos de ellos en América Latina y países de Europa. En el caso México el EPR o el EZLN, en su momento, han aceptado su intervención en algunos atentados, sin embargo en lo que respecta al acto criminal de Michoacán, ninguno de los denominados grupos subversivos se hace responsable de ello, e inclusive, en un comunicado reciente el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos, MRLCB; Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, TDR-EP; la Organización Insurgente 1º de Mayo, OI-1M; Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre, BA-2D; y Unidad Popular Revolucionaria Magonista, UPRM, reconocieron que ante la situación del país se reservan desplegar “iniciativas armadas”.
En el mensaje, con motivo del asalto al cuartel militar de Ciudad Madera, Chiahuahua, admiten que “se ha escalado como nunca antes la sangrienta disputa por el control de la producción, el trasiego y la venta de las drogas -y de otros giros negros-, entre cárteles del narcotráfico, como lo han mostrado los miles de levantones y ejecuciones que se han producido en todo el país…“Mafias que, enardecidas por el ansia de poder y de dinero, se vuelven rabiosas contra la ciudadanía”. Los cinco grupos recordaron que a los enfrentamientos entre bandas del narco, así como entre éstas y las fuerzas federales, “se agregan hoy nuevos hechos, propios de la ultraderecha, como el criminal ataque contra la población civil perpetrado la noche del pasado 15 de septiembre, en la plaza Melchor Ocampo de Morelia, Michoacán”. Asientan que se reservan “el derecho de activar y desplegar iniciativas armadas contra las estructuras del gobierno neoliberal y del gran capital en el momento que lo consideremos necesario”.
No hay que dejar a un lado, por otra parte, las ansias norteamericanas por el control del petróleo mexicano y en el afán de lograrlo, Estados Unidos es capaz de todo. En el lenguaje posterior a los hechos de Michoacán, las frases utilizadas en los medios de comunicación son “Terrorismo”, “acto criminal” y “México ya no es igual después del 15 de septiembre”. Nada más falta que esto se sintetice en el 15-S, símil al 11-S cuando fueron derribadas las torres gemelas. Y nada más por pura curiosidad, en la red de internet el lector puede ver el documental sobre las formas de intervención de los USA en países latinoamericanos con el afán de mantener el control. El trabajo, denominado Guerra en la Democracia, elaborado y presentado por John Pilger, contiene entrevistas con ex agentes y ex directores de la CIA, en la que uno de ellos, Philip Age afirma que el interés nacional de los Estados Unidos no es el interés de los demás países y a la CIA en nada le importa la democracia y califica de “tonerías” la frase de “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Información y comentarios a: inter_cast@hotmail.com o jaraterron@yahoo.com.mx

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